martes, 10 de abril de 2018

Y ahora, ¿qué?

No creo ser la única a la que le pasa esto.
Cuando te pasas 3 años de tu vida estructurando tu tiempo en función de las necesidades de una persona, todos tus huecos los llena esa persona, incluso cuando no estás con ella.
Durante 1000 días, mi padre ocupaba mis mañanas y mi mente. Los cuidados a mis hijas, o incluso los míos, se colocaban en la agenda en función de las necesidades de mi padre. Y ahora que ya no está, de repente, me enfrento a una situación a la que ya no estaba acostumbrada.
Y ahora, ¿qué?

Por supuesto, queda mi madre. No podemos dejarla de lado, porque ahora está sola. Pero ya no es igual, porque ella no nos necesita.

Echo un vistazo a mis páginas, a mis blogs, que tengo totalmente abandonados, y me siento tan lejos de aquella persona...
El caso es que no quiero cerrar La Teta y Más. Fue un proyecto que me absorbió totalmente y en el que puse toda mi alma. Pero ahora me planteo que no podría volver a hacer lo mismo.


Y no es que no quiera el contacto con las mujeres y sus hijos. Es que creo que el acompañamiento cercano ya no está entre las cosas que ahora mismo podría hacer.

Sin embargo, desde hace ya tiempo he estado dando vueltas en la cabeza a algo. Es algo inconsciente, no planeado. No es que me haya puesto a pensar, es que ha ido saliendo solo.

Soy periodista. Deseé serlo siempre, desde que tengo memoria.
Mi padre quería que hubiera estudiado derecho, pero siempre he sido muy burra, igual que él, y en lo que tocó a mi formación, me salí con la mía. Descubrí que la práctica del periodismo como tal no me satisfacía, porque me vi inmersa en la política mercantilista que está ahogando el oficio en este país nuestro tan de ahogar verdades. Pero acompañando mujeres, dirigiendo reuniones del grupo de apoyo, dando charlas, también he descubierto que me apasiona la divulgación, que no he dejado nunca de ser periodista ni aún cuando era doula.

Hace unos meses, en un rato perdido, me puse a retocar mi web. Trataba de decidir si la borraba o si la transformaba. En realidad, trataba de juntar valor para cerrarla. Me puse a escribir, tal y como estoy haciendo ahora, y empezaron a salir cosas.

No sé si habéis ido alguna vez al psicólogo. Todos deberíamos hacerlo de vez en cuando, así que os animo. El caso es que muchos psicólogos sugieren escribir a ver qué sale. Y salen cosas alucinantes. Igual que me está saliendo ahora.

El caso es que escribiendo, me di cuenta de que he cambiado, pero no tanto. Me di cuenta de la cantidad de información que tengo ahora sobre temas médicos y de salud. Me di cuenta de que necesito seguir contando cosas, y que en realidad, hace falta que alguien cuente cosas. Me di cuenta de que sin información, o con información sesgada, no se pueden tomar decisiones, y las familias con un ser querido enfermo se ven obligadas a tomar decisiones permanentemente.

Cuidando de mi padre en las últimas semanas, me he dado cuenta de otra cosa. De repente, en cuanto el personal sanitario habla conmigo dos veces, me preguntan si soy "de la profesión", y hablan conmigo mucho más sinceramente y ofreciéndome mucha más información que al principio. Y un día, dos antes de que mi padre muriera, me encontré con una maravillosa enfermera que me hacía la misma pregunta para explicarme lo jodida que estaba la situación, y me encontré a mi misma respondiendo "no, no soy enfermera; soy periodista pero me he especializado en comunicación y divulgación sanitaria". La mujer me miró fijamente y me habló durante 15 minutos sobre todos los procesos que estaban abiertos, sobre lo que estaba yendo mal y las expectativas que ella, como enfermera, tenía de la situación, y me dijo que hablaría con el médico sobre mi para que charlásemos un rato.

Así que en este momento, mientras me planteo volver a estudiar para preparar oposiciones, no sólo le estoy dando vueltas a las teclas, sino a mis verdades y mis deseos personales.

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