viernes, 27 de octubre de 2017

Que no me quites años

Que no, que no quiero. Que no quiero aparentar 30. Ni 40. Que tengo 44 y los quiero todos. Que son míos.

La prima de mi madre no cumplió los 34. Mi primo no llegó a los 40. Mi mejor amiga se quedó sin sus 44. ¿Y tú quieres que yo aparente menos años?

Mis estrías dicen que tengo una relación con la comida un poquito especial. Y que he tenido dos hermosos embarazos.
Mis tetas dicen que he parido dos veces, y que una de ellas culminó en una gloriosa lactancia de 6 años.
Mis ojos y boca dicen que he llorado, que he reído, que me he enfadado, que he gritado, que he sido mucho, muchas veces.
Mis canas dicen que llevo 44 años en el mundo, ni uno menos.

¿Y qué quieres tú que me quite?

¿Las estrías, y entonces olvido mi preñez?
¿Las tetas caídas, y entonces olvido mis partos?
¿Los pezones rotos, y entonces olvido el frenillo y su solución?
¿Las arrugas, y entonces olvido lo llorado, lo reído, lo enfadado, lo gritado, lo sido?
¿Las canas, y entonces olvido mis años?

Pues mira, mi preñez me hizo más fuerte, más sabia. Mis partos me hicieron más consciente. Mi lactancia me cambió la vida y así ayudé a cambiar otras vidas. Mis risas, enfados, llantos y gritos son mi vida. Sí, esa vida de 44 años que se ve reflejada en mis canas.

No quiero ser otra, quiero ser yo. Y quiero ser yo con mis años y mi vida. Recordar a las personas que amo y no están, y no pudieron vivir lo que yo he vivido. Recordar que soy afortunada por haber vivido todo, incluso lo malo. Admitir que cada año vivido, cada segundo, es un aprendizaje, una fortaleza.
Y mira, aparentar no haber vivido todo eso, no me haría peor. Ni mejor. Sólo me haría menos yo. Y eso sí que no.
No quiero.

viernes, 20 de octubre de 2017

Haciendo excepciones

Hoy la vida me ha dado una pequeña tregua, y me veo con tiempo de echar un vistazo desde el ordenador a mis redes. Esto, que antes hacía de forma rutinaria todas las mañanas, se ha convertido en un imposible diario.
El caso, es que soy administradora del grupo de Facebook que recoge la actividad del grupo de apoyo a la lactancia en el que ejerzo mi voluntariado. Ante el caso reciente de una madre que ha sido expulsada de un lugar público por amamantar, una de mis compañeras en la administración ha compartido en ese grupo un artículo fantástico. Fíjate si será fantástico, que me voy a comer aquí mi regla de no compartir de lugares ajenos, porque este merece la pena. Y de paso voy a dar las gracias a Lorena Moncholi, abogada y lactivista, por esta perla. Se trata de una guía de actuación en el caso de que te recriminen por amamantar en público o te conminen a abandonar un lugar . Imperdible.

Bueno, pues me levanto hoy, voy a mirar mis cositas con el culo aposentado en buen asiento, y no como siempre, y me encuentro con que alguien ha reportado esa publicación a la administración.
Por supuesto, yo he aceptado el enlace y me he pasado por el arco de triunfo el reporte, faltaría más. No sólo no incumple ningún punto de la filosofía del grupo, sino que me parece una guía absolutamente imprescindible dada la cantidad de gilipuertas que andan por el mundo alante.

Y es que no lo entiendo. ¿Qué tiene este artículo de reportable? Absolutamente nada. Leedlo, por favor, porque yo lo he hecho dos veces esta mañana para encontrar el pero.

Sé que mi compañera está intentando averiguar de la persona que lo reportó la razón de que le incomode que, en un grupo de apoyo a la lactancia, se informe sobre cómo poner una queja y denuncia ante los organismos competentes contra personas y gerentes que se creen con derecho de intimidar a una mujer y prohibirle que amamante. Pero es que creo que no hay justificación, salvo que a alguien le moleste que las mujeres tengan herramientas para defenderse y además sepan utilizarlas. O eso, o esta persona se equivocó y quería hacer otra cosa y de repente hizo "ups, se me ha ido el dedo", en cuyo caso, mis disculpas.

Pero esto no sólo pasa con algo tan nimio como lo que describo.
 Desde que me quedé embarazada la primera vez (y de eso hace casi 16 años) he oído muchas veces cómo quienes deberían facilitarnos toda la información nos dicen que dejemos de buscar y nos dejemos hacer. Cuando somos madres perdemos el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestras cosas, y ya lo hacen otros por nosotras; y el primer punto para ello es privatizar la información, decir quién debe darla y a través de qué medios, demonizar a quienes publican a través de otros medios y canales esa información. Y si estamos hablando de redes sociales, pues darle a un botón, que es mucho más higiénico y no hay que mojarse.

Porque esa es otra: Facebook se ha convertido en un festival de denuncias y reportes ante informaciones que implican sólo al cuerpo femenino. Aclaro que implican al cuerpo femenino que no pertenece a un hombre, al que pertenece al niño y a ella misma. Si pones una foto de una mujer pariendo o amamantando hordas salvajes de puritanos de mierda denunciarán la foto o el reportaje a facebook como "contenido inapropiado", mientras tíos babosos de mierda siguen compartiendo en páginas del caralibro fotos de mujeres desnudas como objetos de sexo para otros tíos babosos de mierda, que nunca parecen ser "contenido inapropiado". Y se hace desde la impunidad que da el anonimato de quien denuncia.

Pero igual que yo he hecho dos excepciones contando lo que pasa en mi grupo de apoyo a la lactancia y compartiendo un enlace ajeno, Facebook también hace una excepción al anonimato: cuando reportas una publicación al administrador de un grupo, lo haces con nombre, apellidos y perfil.

Y aquí tenéis: una foto de una teta, que es la mía, siendo claramente propiedad de un bebé. Ahora vas, y la denuncias.

jueves, 12 de octubre de 2017

La viga en el ojo propio

Leo con estupor una nota publicada en el blog del sindicato de matronas españolas, en la que se asegura que dicho sindicato ha denunciado, ante el Colegio de Enfermería de Salamanca, a una doula por decir, públicamente, que en general, las matronas, de lactancia, saben lo básico. Escandalizadas se hallan de que una bruja que donde debería estar es en el patíbulo esperando que alguien prenda la hoguera, diga semejantes cosas de un colectivo que, de todos es sabido, controlan de lactancia mogollón de los mogollones y no ha dado nunca un consejo de mierda.



Antes de empezar a dar cera, que la hay para dar y para regalar, voy a aclarar una cuestión, porque, que mi amiga doula me perdone, pero no quiero que me quemen... otra vez

Entre las matronas, igual que entre cualquier otro colectivo de personas (incluidas las doulas), hay de todo. Hay peña genial y verdaderos cocos. Yo conozco alguna matrona que se ha interesado muy mucho por completar su formación en lo que a lactancia se refiere, y ha llegado a un nivel de experticia mucho más que reseñable. Conozco alguna, incluso, que se ha atrevido con el examen de certificación internacional IBCLC. Y esas mismas matronas reconocen que lo que ven en su formación como matronas respecto a la lactancia materna es poco. Vamos, que de la carreran salen sabiendo "lo justo".

Yo tenía una tía matrona. No os creáis que era una tía de esas que tienes en Graná, que ni tía ni ná. Era una tía muy, muy querida y muy, muy cercana. Pero cada vez que me veía amamantar a mi hija pequeña me soltaba una letanía de mitos y leyendas que hace décadas que quedaron desmontadas por la evidencia científica.
A ver, que mi tía era mayor, me diréis. Vale. Pero es que estos oiditos míos que se van a comer los gusanos, han escuchado los mismos mitos y leyendas en boca de matronas que aún están ejerciendo. Es más. Lo he escuchado en bajito durante una formación dada por otra matrona IBCLC, que desmontaba esos mitos, mientras ellas cuchicheaban "que sí, que sí, pero eso no es así".

Porque, señoras del sindicato, la inmensa mayoría de los miembros activos de su profesión no va a formación continua sobre lactancia materna. Porque a estas alturas de la película, señoras mías, quienes están en disposición de ofrecer formación sobre lactancia materna son asesoras que, las más de las veces, no tienen un título sanitario. Y eso, pues jode.

Y es que esta semana ando yo calentita con este tema, porque no sé si lo sabéis, mis sindicalistas queridas, pero estos días se conmemoraba en este país nuestro la Semana Mundial de la Lactancia Materna y yo no he visto a ninguna de sus representantes en León, ciudad en la que resido, A NINGUNA, asistir a algún acto o charla. Porque la asociación en la que yo ejerzo mi voluntariado programó una reunión para profesionales y no acudió NADIE, salvo el director de área en la delegación de la Junta, que cuando le hicimos ver que de entre los asistentes no había NINGUNA MATRONA, NI PEDIATRA, NI ENFERMERA DE PEDIATRÍA, se le caía el alma a los pies, y la cara de vergüenza.

Porque todas tenemos anécdotas, muy poco anecdóticas por el número de ellas, con mierdiconsejos dados por matronas, que saben LO JUSTO de lactancia materna, y cubren sus enormes lagunas de conocimientos con experiencias propias y ajenas y decenas de mitos que se saben falsos desde hace ya ni se sabe.
He oído a una matrona diagnosticar una cándida de pezón ante la visión de 3 perlas de leche. Aconsejar a una madre que se vende las tetas y beba poca agua para destetar a un niño de 2 años. Decir que el estómago de un niño "tiene que descansar" y que no ofrezca cada menos de 2 horas. Asegurar que con 10 minutos vale, que el resto es agua. Decir que una postura es perfecta e ir tú a mirar, y que no haya por dónde cogerla. Reñir a una madre embarazada porque todavía amamanta al mayor y así "va a abortar". Ver una teta congestionada y decir que hay un pezón plano y que mejor pezoneras. Vamos, que entre mis experiencias en primera persona y las que conozco de primera mano, puedo llenar un libro.

Así que, señoras matronas del sindicato que se ofende, en lugar del cabreo, formaos. Sed humildes y acudid a esa doula a la que queréis quemar y pedidla que os dé información. Acudid a formaciones de asociaciones de promoción de la lactancia. Escuchad a esas madres que ejercen su voluntariado después de muchos años de estudio. Haced formaciones on line de la mano de asesoras que, aunque no sean sanitarias, saben mucho de lactancia y de cómo acercarse y hablar a las madres ante un problema. Aprovechad las formaciones a las que vais por los puntos.

Dejad de inventaros pajas en ojos ajenos y asumid que tenéis una puta viga en el propio.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Triste

Estoy tan triste que no puedo escribir.
Leo y observo lo que ocurre y lo que se siente estos días a mi alrededor, y no puedo por menos que entristecerme.

Me entristece  ver a la gente enfrentada.
Me entristece ver las cargas policiales.
Me entristece que algunos aprovechen esas cargas para cargar más odio agrediendo mujeres.
Me entristece que la gente que me rodea, gente a la que quiero, justifique esa violencia.
Me entristece que no se entienda que es más que ilegal, inmoral, enviar policía a reprimir algo.
Me entristece ver cómo los políticos, todos, los de uno y otro lado, usan esa violencia para apartarnos de una realidad vergonzosa.
Me entristece que esta semana no se haya hablado de las mujeres y niños (sí, y niños) que han muerto, también en Cataluña, víctimas de la violencia de género. Esa misma violencia que se ha visto patente en la agresiones sexuales perpetradas por la policía de las cargas contra mujeres en el suelo, que sólo querían votar.
Me entristece la culpabilización de la víctima. El "pues que no hubiera salido a votar" igual que el "se visten como putas", en boca de un juez.
Me entristece sentirme lejos de gente a la que quiero porque enarbolan una bandera que también es la mía.
Me entristece leer los periódicos extranjeros y ver que ya no sólo somos los pringados de Europa, sino también su vergüenza.

Estos días sólo comparto en las redes aquello que quiero gritar, pero no leo nada.
Porque estos días, como le pasó a Unamuno, me duele España. Mucho.